domingo, 18 de marzo de 2012

1.You're turning heads when you walk through the door.

Unos toques más aquí, unos cuántos allá, y ya estaba listo. Me alejé un poco de la obra para poder observarla mejor. Sonreí satisfecha ante mi trabajo. Dejé los pinceles en uno de los vasos con agua teñida que había sobre la mesa y fui a la pila a lavarme las manos. La radio estaba encendida y sonaba Moves Like Jagger de Maroon 5. Mientras me quitaba la pintura de entre los dedos tarareaba la canción.
Justo cuando terminé de limpiarme oí cómo se abría la puerta del apartamento.
-¡Ya estoy aquí! VALEN IS IN THE HOUSE- gritó Valentina, tan escandalosa como siempre.- ¿Qué tal va eso?- preguntó asomándose a la puerta del estudio y señalando el cuadro que había sobre el caballete.
-Ya está terminado- dije sonriente.
Valen sonrió y observó el cuadro con atención. Puso cara de concentración y me reí; ponía una cara cuando hacía eso. Al final sonrió.
-¡Es precioso, cookie!- dijo abrazándome y llenándome de besos. Sí, cookie. Así me llamaba... "galletita".Valen era mi mejor amiga desde que tengo memoria. Desde pequeña, ella cogió la manía de llamarme cookie (aún sigo sin entender por qué...).
-Vale, ya, gracias- dije deshaciéndome de su abrazo.-¿Qué tal de compras?
-¡Genial! ¿Acaso hay algo mejor para empezar el día?-dijo levantando como cinco bolsas.
-Sí; el café. Me voy a Starbucks.
Me quité la camisa vieja que me ponía para pintar (para que no se me manchara la ropa), me puse una camiseta azul de tirantes y una chaqueta de chándal. Me recogí el pelo en una coleta alta desarreglada.
Mientras cogía las llaves del apartamento, Valen dijo:
-Vale, yo me voy a duchar. Tráeme lo de siempre.
-Dos cappuccinos con leche de soja y dos de azúcar marchando-dije imitando a una camarera.
Valen me sacó la lengua y entró en el baño. Yo salí y bajé en el ascensor hasta la planta baja del edificio. Salí del conjunto de apartamentos donde vivíamos Valen y yo. Afuera hacía un tiempo increíble, extraño en Londres. El sol brillaba y no había ni rastro de nubes. En la esquina de esta misma calle había un Starbucks, lo que para nosotras era como un paraíso.
Entré y fui directa a la caja donde estaba Matt atendiendo.
-Buenos días.
-Buenos días-dijo sonriendo.- ¿Lo de siempre?
-¿Tan predecibles somos?
-Sí, bueno, desde que os mudasteis aquí, hará un año, cada mañana pedís dos cappuccinos con leche de soja y dos de azúcar.
Me reí y él cogió dos vasos de cartón y empezó a escribir en ellos. A continuación gritó:
-DOS CAPPUCCINOS CON LECHE DE SOJA Y DOS DE AZÚCAR PARA LA ZOMBIE DEL CHANDAL.
-EH!- le dije mirándole mal. Siempre se metía con mi aspecto, y a mi no me hacía ni pizca de gracia.
-Lo siento Ronnie, pero esta mañana tienes unas pintas que te habrían venido genial para salir en Thriller. Podrías haber hecho algo con esos pelos, y esas ojeras... madre mía...
Puse los ojos en blanco mientra él se reía. Prefería no seguir hablando con él, aunque éramos buenos amigos tenía días en los que no le soportaba, se ponía muy pesado con las bromas sobre mi aspecto. 
Valen y yo habíamos conocido a Matt cuando nos mudamos aquí, y, como él ha dicho, desde entonces venimos a este Starbucks cada mañana. Matt tiene una hermana gemela, Jessica, que es igual que él pero en chica: los mismos ojos claros y pelo rubio, típicos de los ingleses. Valen y yo destacábamos aquí; ambas morenas y de ojos oscuros. Vamos, que se nota a la milla que somos extranjeras.
Estaba metida en mis pensamientos cuando una voz gritó:
-ZOMBIE DEL CHANDAL, DOS CAPPUCCINOS PARA LA ZOMBIE DEL CHANDAL.
Fulminé a Matt con la mirada mientras iba hacia Zach, el chico que me había llamado, para recoger los capuchinos. No me sorprendió ver ZOMBIE DEL CHANDAL escrito con letras mayúsculas en los vasos. Matt a veces era un cabrón.
Cogí las bebidas y cuando estaba saliendo por la puerta escuché a Matt diciendo:
-¡Cuidado, no espantes a la gente!
Vale, ya, soy de fácil cabreo y eso ya me tocó las narices. El problema de este chico era que cuando empezaba una broma no sabía pararla.
Me di la vuelta y le grité que se callara, pero él seguía riéndose. Me giré bruscamente para salir de allí, pero justo entonces un chico entró por la puerta. Choqué contra él y los vasos se abrieron, derramando todo su contenido sobre mi chaqueta y la del chico contra el que había chocado. Escuché una risa contenida detrás de mí (seguro de Matt) y vi cómo Zach traía un puñado de servilletas para limpiar el estropicio.
-Lo siento mucho, de verdad- dije nerviosa, intentando limpiar la chaqueta del chico; el café estaba caliente y se había derramado también sobre él. Esto era culpa de Matt.
-No pasa nada, tranquila.- respondió. Su voz me era familiar, y por primera vez dejé de prestar atención a la risa de Matt y a su chaqueta y me fije él. 
Definitivamente, ese debía ser mi día de suerte, porque me topé con unos rizos castaños que caían dispersamente sobre unos ojos verdes que ya había visto en varias ocasiones.